viernes, 5 de febrero de 2010

Por un instante

Por un instante las ganas de volar se me impregnaron en la piel.
Me puse las zapatillas y subí a la terraza.
Por un instante pensé en detenerme pero seguí.
Calculé la cantidad de edificios para no chocarme.
Todo se veía tan azul, tan libre que mis ganas se convirtieron en necesidad.
Estaba muy contenta de mi nueva necesidad que reí fuerte y por un instante me pareció ver a mis ancianos vecinos asomarse.
Nada de eso me importaba, me trepé a la pared (en las terrazas las paredes terminan antes de tocar el cielo) y por un instante perdí el equilibrio pero lo volví a encontrar.
Alegremente decidí cumplir el deseo y necesidad de mi piel y me eché a volar.
La boca de mi estómago vibraba, casi me dolía pero yo sonreía.
Era tan libre, tan yo, sin prejuicios a mi alrededor.
Pero por un instante sonó el teléfono y con mi risa galopante abrí los ojos.

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